Este es un artículo inspirado en “El trabajo intelectual” de Jean Guitton. Un libro que recomiendo a todo el mundo. Lo que he hecho aquí es simplemente intentar ordenar algunas de sus ideas a mi manera.
Dividiré el artículo en dos grandes bloques, el de proceso de ideación y el de creación. El primero se refiere a todas aquellas acciones que hacemos para poder tener una idea, que será el esqueleto de nuestra obra. La creación es justamente la fase posterior donde rellenamos este esqueleto con sus correspondientes órganos, lo envolvemos con su piel y le damos vida.
El proceso de ideación
A la porra tu perfección, se humilde
Cuando hablamos de crear, es fácil que nos imaginemos escenas idílicas de escritores que, poseídos por la inspiración, escriben una obra maestra en pocos días; o de pintores que con trazos perfectos y seguros componen su cuadro; o incluso de grandes empresarios, que con una visión clara crean su imperio en unos pocos años, a base de decisiones implacables de las que nunca dudan. Todos estos escenarios tienen más que ver con nuestra imaginación que con la realidad. Y son estos pensamientos los que muchas veces nos conducen a invertir más tiempo en preocuparnos por cómo vamos a hacer las cosas, que en hacerlas.
No podemos evitar pensar que a nosotros tampoco nos debería costar ningún esfuerzo crear la obra perfecta de una sola tirada. Y ese es el problema, que pensamos que todo debe salir a la primera, que debe aparecer de la inspiración divina y que el estado natural de nuestra obra debe ser la perfección. Si no lo conseguimos desde el principio nos frustramos.
Sin embargo, la gran mayoría de los grandes creadores (de todo tipo: empresarios, inventores, diseñadores y muchos más) no crearon sus obras de una sola vez, más bien fueron consecuencia de un trabajo de maduración, fracasos, y muchas noches sin dormir. Es decir, de ideas que vienen y van sin saber de donde ni cómo ordenarlas.
Esto es un ejercicio de humildad. Dejar de imaginarnos trabajando y trabajar. Dejar de imaginarnos haciéndolo bien, y hacerlo como salga. Siempre nos olvidamos que no por hacer algo malo hoy somos peores de lo que lo éramos antes de hacerlo. Del mismo modo, no por hacer algo bueno hoy somos mejores que antes de hacerlo. Somos exactamente iguales. La única manera de mejorar es cuando aprendemos, y la única manera de empeorar es olvidando. Lo que hacemos no nos cambia, lo que aprendemos u olvidamos sí.
De modo que lo que debemos hacer es trabajar, recopilar todas las ideas y hacerlo desde la humildad. Recordando que para crear algo bueno debemos estar dispuestos a crear algo malo, es el precio de crear. Abarcarlo todo aunque sea caótico y luego seleccionar cuidadosamente lo que merece la pena ser enseñado.
En conclusión, el trabajo del que crea, de cualquiera que intenta llevar a cabo ideas, debe tener una gran dosis de humildad, que permita crear algo, aunque sea malo, sobre lo que podamos ir corrigiendo o seleccionando aquello que es bueno.
A la porra tu inspiración, usa técnicas
A veces somos un poco hipócritas, pensemos que nosotros no necesitamos técnicas, que los trucos son solo para los que no son suficientemente creativos, los que se han quedado en blanco o los que no tienen el potencial que nosotros tenemos.
Pues nos toca recuperar nuestra humildad de la basura y entender que es más importante detectar lo que no sabemos hacer y esforzarnos por hacerlo, que las ideas en sí mismas. Un libro puede tener un argumento espectacular y ser malo por culpa de su redacción, o puede tener párrafos brillantes que dicen nada que merezca la pena ser contado. Puedes tener la habilidad y los conocimientos y no tener una idea en la que aplicarlos, o puedes tener grandes ideas y una desmotivación absoluta por llevarlas a cabo. Siempre tendrás un punto débil, y si no lo encuentras no quiere decir que no esté allí, solo quiere decir que lo ignoras. De modo que usa técnicas que te ayuden a suplir tus flaquezas.
Aunque ahora sintamos que las técnicas son para los demás al final la motivación, la creatividad, o simplemente la capacidad de expresar algo caerán. En algún momento u otro el grifo se cerrará. Es normal, no siempre estaremos en la etapa en el que estamos hoy. Lo cual es bueno, porque nos permite evolucionar, pero probablemente en algún momento nos llevará a sentir que nos estancamos, que hemos perdido alguna de aquellas características que hasta ahora nos ayudaban a crear.
Así que es aconsejable asegurarse un método, o un conjunto de técnicas, que nos permita mantener un ritmo de trabajo sin depender de nuestra situación personal. Que nos permita motivarnos cada mañana, aumentar nuestra creatividad en momentos difíciles y mantener nuestras habilidades cuando estas fallan.
Lo difícil en la vida, si se quiere progresar en ella, es decidirse por una práctica sencilla que sea de aplicación diaria, y después atenerse a ella durante meses.
Guitton, Jean. El trabajo intelectual.
No te sientes a pensar, simplemente piensa
No dediques tiempo a sentarte y pensar ideas, porque sentado y mirando a la pared no aparecerán. Probablemente vendrán cuando estés haciendo cosas que no tengan nada que ver con pensar en tus ideas. Quizás será lavando los platos, dando un paseo, de camino al trabajo o mientras trabajas.
Llena tu día de cosas, se activo. Las ideas aparecen con estímulos, normalmente externos, y en la pared de tu despacho no los hay. No intentes guardar un tiempo para sentarte a pensar, en vez de eso lleva siempre una libreta a mano y escribe en ella tan rápido como vengan ideas a tu cabeza, quizás sirvan para algo y quizás no, qué más da: Apuntala, y dale el contexto necesario para que no se quede en una frase incomprensible que no entenderás al día siguiente.
Pensar en nuestras ideas en diferentes momentos del día, en diferentes situaciones, y después de haber recibido nueva información nos ayuda a verlas desde otras perspectivas. En cambio, desde el mismo lugar y sin nueva información nos estanca en los pensamientos de siempre.
Los brainstormings son de gran ayuda recibir nueva información, contrastar nuevos puntos de vista, obtener nuevas perspectivas. Pero a menudo no nos dan la idea final, solo nos nutren. Muchas veces aprovechamos la misma sesión para concluir en una idea final, en un producto, un proyecto o un servicio. Pero el proceso no es para eso, toda la información obtenida debe dejarse madurar. Los participantes vuelvan a sus vidas normales con el nuevo conocimiento adquirido y allí es donde aparecen nueva ideas.
El proceso de crear
Ahora sí, por fin, ya podemos sentarnos en nuestra mesa a hacer algo. Y lo primero que debemos hacer es elegir una idea, no intentar abarcar demasiado, según Jean Guitton, este es un error común de los jovenes.
Es como si la naturaleza quisiera componer un árbol que fuese a la vez haya, roble y abedul y no pudiese conformarse con una sola especie.
Guitton, Jean. El trabajo intelectual.
Confieso que, personalmente este es uno de mis principales errores. Y uno de mis mayores retos es elegir lo que quiero decir y no salirme de eso.
Clasificar y ordenar los temas
Para llevar a cabo esta tarea podemos volcar todas las notas y apuntes encima de una mesa, de manera que tengamos una visión clara de todas ellas y luego, juntarlas según se parezcan más o menos.
Cuando se acaba la clasificación tendremos los temas centrales y a su alrededor todas las notas que corresponden a estos. Podemos incluso hacer circunferencias con el nombre del tema en medio y poner los apuntes más cerca o más lejos del centro según lo relacionados que estén con él.
Ahora nos toca priorizarlas y descartarlas, hasta encontrar hilo del que poder tirar. ¿Cuales de ellas son importantes?, ¿cómo podemos unirlas bajo un mismo paraguas? No hace falta abarcarlo todo, elijamos una idea e intentemos ver qué notas son las que pueden aportarle algo a esta.
Luego, debemos decidir el orden. No hay un orden correcto, no nos obsesionemos con él, lo importante es que es el orden que hayamos elegido darle para presentarlas. ¿Con qué queremos comenzar a abordar la obra? ¿Qué temas van primero y cuales después? Aquí entra la creatividad de cada uno, pero un buen consejo es comenzar por aquellos temas más sencillos, para luego ir encadenando hacia lo más complejo.
Cuando tengamos los temas separados y ordenados, podemos intentar separar las secciones, es decir, separar los diferentes temas por grupos. Ya sea porque podrían pertenecer a la misma obra, o al mismo apartado dentro de una obra. Por ejemplo, en el caso de un libro, hablaríamos de capítulos y en el de una canción de las estrofas.
Desarrollar la obra
Luego toca desarrollar las ideas, conectarlas entre ellas, expandirlas si es necesario, y recortarlas si sobran palabras.
Este es el trabajo que creíamos que podíamos hacer simplemente con un poco de inspiración. Ahora es cuando podemos hacerlo realmente, y ahora sí que debemos buscar la perfección. Ahora, que ya se ha pasado por el barro y por la lluvia, se ha conseguido recoger las ideas y completar el tedioso proceso de identificarlas y ordenarlas, toca comenzar a trabajar.
La gran dificultad: Acabar
¿Cuándo parar? Si fuera por nosotros probablemente nunca le pondríamos la guinda al pastel, siempre estaríamos dándole vueltas sin llegar a ninguna parte. Acabar simplemente quiere decir decidir cortar la verborrea de pensamientos, empaquetarlos y presentarlos. Nadie dice que la obra deba recoger todos tus pensamientos, solo unos cuantos que, en su conjunto, tengan un significado.
Para esta fase de la creación, el tiempo límite es un buen aliado, porque nos obliga pensar en cómo presentarlo, acabar de dar los últimos matices, y repasarlo con el fin, no de añadir, sino de cerrar nuestra obra, es necesario.
Resumen
Según Jean Guitton, el mejor consejo para crear es, irónicamente, crear algo: bueno o malo, da igual. Debemos anotar todo lo que pase por nuestra cabeza aunque no tenga sentido: apuntarlo sin tener claro en qué se convertirá. Recoger nuestras ideas en todo momento. No buscar un soplo de inspiración ni esperar a tener tiempo para sentarse a trabajar sino trabajar constantemente. Abordando el tema desde diferentes perspectivas, en diferentes momentos, y con diferentes objetivos, hasta que salga todo lo que tenemos dentro, todo lo que necesitamos expresar.
Y más adelante, corregir sobre estas primeras ideas, ordenarlas por temas, priorizarlas y descartarlas, hasta encontrar un destello de luz que poder seguir. Una idea que poder perfeccionar, corrigiendo, eliminando lo sobrante como el escultor sobre un gran trozo de piedra elimina lo que no forma parte de su obra.
Gracias por leer este artículo.
[…] La creatividad se alimenta de ejemplos. Así que cuantos más ejemplos veamos, de nuestro sector o de otros, más creativos seremos en nuestras campañas. Al igual que para escribir un libro, la mejor formación es leer otros libros, y para pintar un cuadro, nada mejor que haber estudiado a los grandes artistas, para crear una campaña, debemos haber visto otras antes. Esto nos ayuda a ganar sensibilidad, diferenciar estilos, a robar ideas… Sí, a robar. […]